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Se han localizado, en la ladera oeste del cerro que se asienta la villa y en el término de Candanjín, piezas y fragmentos de factura romana y prerromana que apuntan al antiguo poblamiento de este altozano que debió ofrecer ventajas defensivas evidentes.
En el año 838, el caudillo cordobés Abderramán II, quien habría mantenido relativa calma desde su acceso al poder en 822, envió tres ejércitos para hostigar a los cristianos del norte. Uno de ellos, entro en territorio riojano por Alfaro y, tras remontar el curso del Ebro, incendió y saqueó Ausejo.
En 1135 se mencionaba la localidad – con el topónimo de “Ousegio”- en la carta de arras entregada por el Conde Gonzalo Rodrígez de Lara a su esposa Estefanía Armengol.
Una nueva variante del nombre local, “Agoseio”, se incluía en la escritura de 1156 por la que el Obispo Rodrigo Cascante cedía a su cabildo de Calahorra los tercios y cuartos decimales que le correspondían de Alcanadre, Ausejo y otras poblaciones.
Hartos de contiendas territoriales, los monarcas Sancho VI el Sabio de Navarra y Alfonso VIII de Castilla acordaron en agosto de 1176 solucionar los pleitos de propiedad proponiéndolos al arbitraje del rey Enrique II de Inglaterra. El 9 de marzo de 1177, explicaban en Londres, ante la Curia Iglesia, sus razones los delegados navarros y castellanos; reclamaban estos últimos la devolución de Logroño, Navarrete, Entrena, Ausejo, Autol, Resa y algunos otros núcleos arrebatados por SanchoVI aprovechando la minoría de edad de Alfonso.
Determinó Enrique II la restitución de las plazas conquistadas en tiempos de Alfonso VIII: Logroño, Navarrete, Entrena, Ausejo y Autol. En señal de conformidad, los reyes castellanos y navarros firmaron inmediatamente en Fitero una tregua por diez años, comprometiéndose además la pronta entrega de las poblaciones.
Sin embargo, como diese muestras Sancho de retrasar sus obligaxciones, inició el rey castellano una campaña que le permitió hacerse con un buen número de villas y castillos. En consecuencia, Sancho el Sabio aceptó confiar la custodia de Logroño, Navarrete, Ausejo, Autol y Resa al caballero que eligiese entre la terna que habría de proponerle Alfonso VIII.
Los nuevos conflictos que provocaría la llegada al trono navarro Sancho VII el Fuerte motivaron el que en octubre de 1207 se firmaran nuevas treguas en Guadalajara, cediendo cada monarca tres castillos en garantía de sus respectivos reinos: Irurita, Inzura y San Adrian por parte de Navarra y Clavijo, Jubera y Ausejo por la castellana. Concluía así un agitado período de la vida local.
El 29 de octubre de 1385, Juan Ramírez de Arellano, Señor de los Cameros, dictaba en Soria su testamento, legando a su nieto Ausejo junto a Alcanadre, Murillo de Río Leza y algunos pueblos de Navarra, perteneciendo a partir de entonces la población al Señorío de los condes de Murillo.
En la primera mitad del siglo XIX, se terminaba de desmantelar su castillo –motivo de tanta disputa, y ya harto desvencijado por entonces- para emplear su silleía en la reparación de la iglesia parroquial de la villa, afectada por el terremoto que sacudió buena parte de La Rioja –y especialmente Arnedillo- el 18 de marzo de 1817.
Ausejo formó parte de de la provincia de Soria hasta la creación de la provincia de Logroño por el real decreto de 30 de noviembre de 1833.
Cabe destacar, entre sus hijos ilustre, a Pedro de Merino, soldado de Caballería ligera que apresó al mariscal Montmonrency en la Batalla de Pavía, en 1525; Juan González del Centeno, nacido en 1583, secretario de Felipe IV; Francisco del Merino, nacido en 1602 y notario del Tribunal del Santo Oficio; Juan González de Tejada, inquisidor de Valencia en el siglo XVII; Juan José Tejada, nacido en 1768, Obispo de Solsona y ministro general de la Orden de la Merced ; y Antonio Paz Merino, consejero de la Castilla durante el reinado de Carlos IV.